Todas las noches a la madrugada, el pequeño veía por la venta, mientras su hermana dormía profundamente, en la otra cama. Sus padres en otra habitación.
Era una cabaña frente a un hermoso bosque. El pequeño veía el Bosque lleno de lucisitas. Varias veces se los comentó a sus padres y hermana en el desayuno y no le creían.
Una noche, salió por detrás – el jardín, que tenía una puerta no ruidosa. Y pensó, “Ver para creer, un dicho que siempre decia su abuela”.
Fue desacito por el pasto caminando y las luces estaban cada vez más cerca.
En un momento sintió que algo le tocaba el hombro izquierdo, del lado del corazón. “¿Qué haces aquí pequeño?, le preguntó la hadita. El pequeño le comentó, que quería saber el porque de las luces. Que le había dicho varias veces a su familia y no le creían.
El hadita le dijo: “Volamos así llegamos más rápido y nos conoces”. Le apoyó su barita y comenzó el pequeño a volar. Era hermosa la sensación, yo te voy a proteger.
Cuando llegaron, se acercaron todas las hadas y hablaron con el. Ya era tarde y el pequeño tenía sueño. El hadita le dijo: “Te llevo a la cabaña”. El niño contestó que no, la hadita contesto: “Entonces avisaré a tus padres”. Fue directamente a la ventana de la habitación. Golpeó suavemente con la barita en la ventana. El Padre se despertó y le dijo a su mujer: “Ven aquí a la ventana”.
Los dos no podían creer lo que veían. El hadita los miró y les dijo:”Ver para creer”. Me voy con vuestro hijo, que quiere estar esta noche durmiendo en el bosque donde estamos.
“Ver para creer”, le dijo el marido a su mujer. “Nos podemos quedar tranquilos, está en buenas manos.
¡Irlanda, mientras leen les estoy haciendo llegar estrellitas de protección y amor!
Nota: Con referencia a los Derechos de Autoría, y Propiedad Intelectual de este Cuento – Ficción – . Dirigirse a la 1º pestaña a la derecha, del encabezado del Blog
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