Era un bello día lleno de Sol. El hada volaba tranquila, disfrutando de ese hermoso paraíso donde estaba.
Revoloteaba y se reía, de los pequeños animalitos que la veían y saludaban a su paso.
En un momento cansada de tanto vuelo, se sentó en una rama de un frondoso árbol a descansar.
De lejos vio como se iba acercando una luz muy fuerte, le llamó mucho la atención; dado que no sabía que en el bosque existiera algo que brillara tanto.
Apareció bajo de ella un gran caballo blanco, con un cuerno en su nariz que iluminaba todo su alrededor.
Curiosa aleteando bajó hacia él. “¿Quien eres?, le preguntó. “Soy un Unicornio”, le respondió. “¡¡¡¡Tienes alas!!!!, me llevarías a recorrer el bosque así lo conozco desde el cielo?”. “Pues si” le respondió el Unicornio al hadita.
Ella se subió al lomo con mucho cuidado. “Agárrate de mi crin, con tus manitas. Así estás protegida para no caerte”, le dijo al hadita.
El hada estaba tan sorprendida, iba a compartir esta increíblemente experiencia con el resto de las hadas. Charlaron un buen rato los dos, compartieron una mañana sorprendente para los dos.
“Bueno pequeña”, dijo el Unicornio. “Debo volver a la tierra con los míos, ¿Te acerco a algún lugar que precises?”. “Te agradezco, le respondió la hadita. Lo que vivimos nunca me lo voy a olvidar”, le contestó con una sonrisa. “Yo tampoco le contestó el Unicornio, tal vez nos volvamos a encontrar de nuevo”.
Ambos se miraron a los ojos y se despidieron, el hadita revoloteando alrededor del Unicornio y él abrazándola con sus alas.
Irlanda, mientras leen les envió estrellitas de protección y amor !
Nota: Con referencia a la autoría del Cuento. Dirigirse a la 1º pestaña a la derecha, del encabezado del Blog.zwrmzwrm
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